El maridaje de comida con cerveza es la unión perfecta. El maridaje con cerveza permite realizar la combinación de múltiples estilos con una gran cantidad de platos. Por eso cuando hablamos de maridar comida y bebida nos referimos a escoger sabores en la copa que ‘se entiendan’ bien con los del plato, o viceversa. Además, la cerveza es una de las bebidas más completas y beneficiosas para nuestro organismo, la cual permite que obtengamos el mayor número de armonías posible.
Con tantos estilos diferentes de cerveza e incluso cervezas de temporada, puede ser difícil encontrar buenos maridajes para cada cerveza. En lugar de hacer una lista de combinaciones de alimentos para cada tipo de cerveza, es mejor aprender a encontrar los sabores que complementan los diferentes tipos de cerveza. Lo más importante es encontrar el equilibrio, la armonía y el contraste entre cerveza y comida. El maridaje perfecto es el que acierta con la armonía adecuada entre los sabores y aromas de la comida y los de la bebida, y para ello es primordial el equilibrio, de manera que ninguno sobresalga sobre los demás, sino que los sabores se apoyen, bien por afinidad o sobre todo por contraste.
- Los sabores agridulces: Todas las salsas agridulces maridan a la perfección con una cerveza ligera bien fría. La cocina oriental gana con sus salsas de wasabi, agridulces o de soja, porque la cerveza se convierte en el contraste perfecto para estos sabores. También, todos los platos acompañados por salsa de tomate y mostaza maridan con la cerveza mejor que cualquier otra bebida.
- Los sabores picantes y especiados: Otra de las propiedades de la cerveza es su capacidad por aliviar esa incómoda sensación que producen en el paladar los platos que contienen mucho picante, muchas especias, guindilla, chile, ajo o pimentón.
- Los sabores ácidos y amargos: La cerveza contrasta muy bien con la acidez del limón o del vinagre. Por ello cualquier plato que contenga limón es ideal para acompañar con una cerveza lo mismo ocurre con los escabeches, las ensaladas y los salpicones.
- Las verduras amargas o el tomate: Existen muchas verduras amargas como: la endivia, la escarola, la rúcula y en ellos encontramos a la cerveza como su gran aliada. Del mismo modo,la infinidad de platos que contienen tomate son perfectos para maridar con una cerveza.
- Las carnes: Se puede acompañar perfectamente una carne con una cerveza. Es importante, en este caso, que prestemos atención a los condimentos que acompañan a la carne. Recuerde esta regla, cuanto más fuerte sea el sazonamiento que acompaña a la carne se escogerán cervezas más oscuras y de mayor cuerpo.
- Los pescados: Existen determinados pescados que son ideales para acompañar con una cerveza, los pescados azules, los ahumados, los que se encuentran en salazón y los marinados.
- Los quesos y huevos: Aunque nunca lo hubieras imaginado la cerveza también sirve para “limpiar el paladar” cuando se acompaña de texturas untuosas como los quesos o los huevos.
- El chocolate: Todos los platos que cuentan con chocolate, ya sea en su salsa o como elemento principal, maridan muy bien con la cerveza. Cuanto más intenso sea el chocolate mejor maridará con una cerveza negra.
Por otro lado, cuando probamos una cerveza encontramos cuatro tipos de características: la intensidad, los sabores primarios y secundarios y las sensaciones. Todas ellas van a desempeñar un papel importante a la hora de establecer esa relación con los alimentos.
Cuando hablamos de intensidad de una cerveza son varios factores los que hay que considerar, desde el volumen de CO2 , la acidez, el porcentaje de alcohol, tostado o amargor. Sea como sea la intensidad de una cerveza, lo importante es que el plato con el que vamos a tomarla esté en consonancia.
Los sabores primarios son los grandes protagonistas de cualquier maridaje. En esencia son sensaciones químicas detectadas por el sentido del gusto y del olfato, y como los colores, hay que saber cuál combina mejor con cuál para obtener el mejor resultado.
Por ejemplo, los sabores ácidos van bien con los salados, porque el primero compensa bien el potente sabor del segundo. El amargo, sin embargo, se crece con el dulce, que permite descubrir sabores escondidos. De ahí que haya postres a los que le va estupendamente la compañía de una buena IPA, por ejemplo, unas fresas. Claro que el dulce también se apoya bien en sí mismo, caso de una buena cerveza negra para ese momento final de la comida. ¿Y qué hay del quinto sabor, el umami, tan presente en la cocina oriental? Prueba algo de sushi, por ejemplo, con una cerveza envejecida, equilibrada y de malta potente, y ya verás los resultados.
En cuanto a los sabores secundarios, complementan a los primarios, y son ya más característicos, caso de la piña o la mandarina de la IPA o la Double IPA; el eneldo, el romero o el pino de la American Pale Ale; o el chocolate y el café de la Stout o la Porter. Cada cerveza tiene su lista de sabores secundarios que conviene conocer para poder armonizar con el plato adecuado.
Finalmente, aunque resultan tal vez las más difíciles de advertir, las sensaciones de la cerveza no son por ello menos relevantes. De hecho, pueden afectar hasta el extremo de alterar el paladar al complementarse con las texturas o las grasas de la comida, incidiendo de ese modo en los sabores primarios y secundarios. Distintos aspectos de cada cerveza, como su textura, cuerpo, temperatura o acidez nos transmitirán sensaciones como sedoso/astringente, suave/ardiente o frío/caliente.
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